La economia solidaria en Ecuador

From 4EDU
Jump to navigation Jump to search

Margarita Aguinaga La Economía Solidaria en Ecuador: entre la Colonialidad del Poder y el Buen Vivir Desde una mirada feminista crítica

Actualmente, las categorías políticas Economía Solidaria, Feminismo, Descolonialidad, Buen Vivir, Pachamama, y otras,que fueron encarnadas en la lucha política de los actores, para frenar el Neoliberalismo a finales de los años noventa e inicios de los años dos mil, están en disputa. En el Ecuador no existe, saludablemente, un único sentido teórico ni político acerca de ellas, que es producto de las pequeñas transformaciones alcanzadas en el Ecuador, en la etapa previa 1997-2006 y durante los primeros años de gestión del gobierno de Rafael Correa (2006-2012). Allí se logró abrir, desde distintos actores, un momento de transición que contiene dos vías en contradicción: a)entre neoliberalismo y políticas desarrollistas, b) entre desarrollismo y Sumak Kawsay; momento de confrontaciones, retrocesos, avances y esperanzas diversas. El objetivo de este trabajo es realizar un proceso de reflexión teórica y política desde la colonialidad del poder, la naciente teoría crítica al neo-desarrollismo y la teoría feminista, que permita aportar con elementos de análisis desde la situación actual, a partir de las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las transformaciones generales del paso del neoliberalismo al neo-desarrollismo?, ¿Cuáles sus tensiones políticas entre la lógica productivista, la colonialidad del poder y la propuesta del Buen Vivir? Análisis aplicado, desde la experiencia de la Economía Solidaria en el Ecuador y el feminismo popular y diverso. Interesa analizar las “identidades históricas coloniales —”indio”, “negro”, “blanco” y “mestizo”— y el complejo “raza” / “etnia” y sus consecuencias en el poder contemporáneo, son hechos que ocurrieron y ocurren en la cultura, en las relaciones intersubjetivas que forman la otra cara del poder, el otro fundamento del poder” La Economía Solidaria (ES), además de haberse constituido en un importante sector de la economía ecuatoriana, se ha involucrado directamente en la trama política, ha construido un tejido social, un peso institucional importante y promueve un campo reflexivo antes no considerado, aportando mucho más que antes con saberes y conocimientos, para repensar alternativas a la crisis capitalista. El Buen Vivir / Sumak Kawsay, es uno de los debates actuales, aparece como consecuencia de la lucha anti-neoliberal, ahora, se torna una crítica al desarrollismo, aunque para los pueblos indígenas, ya formaba parte de la concepción originaria, incluso antes de la colonización española, y que ha sido incluido en la Carta Constitucional del año 2008. En el momento histórico en que se encuentra el Ecuador, es un reto teórico encantador e irreverente generar análisis para repensar alternativas. La transición entre Neoliberalismo y Neo-Desarrollismo y la Colonialidad del Poder En los últimos años ha ido surgiendo en América Latina, en el marco de los gobiernos progresistas, la categoría Neo-Desarrollismo. Cuando inicialmente ocurrieron estos cambios estructurales, se decía que se había abierto una primera fase de transición del neoliberalismo al desarrollismo y que varios gobiernos, se encaminaban hacia el socialismo u otra alternativa que aun sin ser completamente definida, como en el caso ecuatoriano y boliviano, respectivamente, se le empezó a llamar camino hacia el Buen


Vivir o Vivir Bien Es preciso hacer la diferencia entre la transición al desarrollismo como finalidad y el paso hacia el Buen Vivir, en cada proceso particular. Se considera que el “desarrollo” es un proyecto del capitalismo no solo en lo económico sino en lo cultural porque surge de la experiencia particular de la modernidad europea y subordina a las demás culturas y conocimientos, a las cuales pretende transformar (modernizar) bajo principios occidentales para salir de la tradición, del subdesarrollo y pasar a la modernidad y al desarrollo. El desarrollo privilegia el crecimiento económico, la explotación de los recursos naturales, la lógica del mercado y la búsqueda de satisfacción material e individual por sobre cualquier otra meta; e involucra una serie de principios: el individuo racional, no atado a ningún lugar ni comunidad, la separación de la naturaleza y de la cultura; la economía separada de lo social y natural, la primacía del conocimiento experto por encima de todo otro saber erosionando se consolida a mediados del siglo XX una visión del desarrollo como un proceso de evolución lineal, esencialmente económico, mediado por la apropiación de recursos naturales, guiado por diferentes versiones de eficiencia y rentabilidad económica, orientado a emular el estilo de vida occidental. (Gudynas, 2011: 23) Bajo esas premisas, afirma que para enfrentar la crisis neoliberal, los gobiernos progresistas defienden el crecimiento económico como sinónimo de desarrollo y conciben que lo logran aumentando las exportaciones y maximizando las inversiones […] dan un fuerte apoyo al extractivismo de recursos mineros e hidrocarburíferos, en tanto son medios para lograr ese “crecimiento” por medio de exportaciones, sin necesariamente reorientar las economías hacia procesos de industrialización sino hacia el comercio transnacional. (Gudynas, 2011: 35; énfasis propio) El término neo-extractivismo se utiliza para denominar a esta forma de desarrollo a la que se han orientado los gobierno progresistas. Utilizaremos el término de extractivismo cuando nos referimos a aquella actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales que no son procesados (o que lo son limitadamente), sobre todo para la exportación. El extractivismo no se limita a los minerales o al petróleo. Hay también extractivismo agrario, forestal e inclusive pesquero. (Acosta, 2011: 85) Esta característica es muy propia de los países que tienen economías dependientes del petróleo y minerales; les es muy difícil encontrar otras vías porque están “atrapados en una lógica perversa conocida […] como ‘la paradoja de la abundancia’ o la ‘maldición de los recursos naturales’” (Acosta, 2011: 83). Entonces, se puede decir que la transición al desarrollismo se ha ido integrando a la lógica de las transiciones capitalistas, no socialistas. Hay una lógica más de continuidad que de ruptura. El devenir evolutivo del neo2-desarrollismo debe reproducir la tensión con aquello que sigue representando el neoliberalismo, mostrar que no fue una mera ideología o abstracción teórica ni solo un proyecto de los grupos dominantes, sino un estructura de clases, que anidaba una serie de contradicciones étnicas y de género, que hacía parte de la médula de los imaginarios colectivos. Allí encuentra el “neo desarrollismo” su impulso dinamizador. Conforme se cambian las reglas de juego, para avanzar hacia el desarrollismo, se va transformando de a poco el proceso de acumulación de capital por medio de cambios graduales, propiciados por el Estado, adquiriendo una centralidad muy fuerte, superior a la existente en el Neoliberalismo. El proceso de reformas estructurales impulsadas por estas fuerzas políticas que llegaron al gobierno provoca cambios del marco jurídico por medio de nuevas Constituciones y/o refuerzan los aparatos ideológicos del Estado, con el acceso y la promoción de medios de comunicación estatal. Los sectores sociales son más bien subordinados poco a poco por medio del Estado, que constantemente a través de la inclusión y la represión busca ponerse por sobre las clases sociales, integrándolos, por un lado, a través de políticas sociales asistenciales, aunque cuando no responden adecuadamente a los pactos sociales se aplica la coerción y el sometimiento a la fuerza. Se respeta el pacto por la ganancia y el enriquecimiento de unos pocos sobre la mayoría y aparece el desarrollismo como vía de reforma capitalista. El Estado, al avizorar cada vez menos posibilidades de procesos de ruptura con el capitalismo, se reduce a la aplicación de políticas desarrollistas. En un sentido, podría haberse cerrado el proceso de transición, desde los “gobiernos progresistas”, que contenía entremezcladas aspiraciones de un capitalismo más humano, con vagas ilusiones de ir hacia el socialismo o como se demostrará más adelante, en el caso ecuatoriano, deja atrás, aunque no discursivamente, al Buen Vivir como alternativa al capitalismo. Parte de esta dinámica política es el sostenimiento de críticas regionales en contra de la crisis de hegemonía de los Estados Unidos y la globalización neoliberal, al podría parecer la transición de un modelo hacia otro, en el plano internacional, se ha cerrado, en tanto no se resuelva la crisis de la globalización neoliberal. No significa que todos los actores que dieron paso a la transición al desarrollismo estén abordando el proceso de la misma forma. En el Ecuador, casi los mismos actores que llevaron la lucha antineoliberal se mantuvieron autónomos del gobierno de Correa, y siguen impulsando los cambios democráticos en y después de la transición, con una aspiración de superación del capitalismo y de la colonialidad de poder.

Desarrollismo y colonialidad del poder La transición al desarrollismo va a la par de la crisis de la hegemonía del pensamiento universalizante de la Modernidad, que se reedita a nivel nacional y a nivel internacional. Cuando se abre la transición entre modelos, emergen una serie de pensamientos que contiene un conjunto de críticas al neoliberalismo, junto con aspiraciones desarrollistas, combinando ilusiones y demandas con una aspiración de un cambio más profundo. Pero también se doblega porque su crecimiento es dependiente de esa misma Modernidad en crisis. Esto nos aboca a reflexionar alrededor de varios elementos. Primero, en estas circunstancias de crisis internacional, tampoco la orientación es únicamente hacia el pensamiento eurocéntrico. La crisis de la hegemonía de la modernidad capitalista, ha propiciado que varios de los gobiernos de América Latina entren en la búsqueda no solo de otros mercados y capitales para la inversión, sino también de “otras” racionalidades que se alinean con los intereses de los desarrollismos emergentes, con la ilusión de lograr un salto hacia la conformación de fuertes aparatos productivos nacionales. Ello se muestra en la relación entre estos gobiernos con la Unión Europea y con China. Sin embargo, todas las variantes de vínculos de estos capitales están dentro de las fronteras de subordinación a los países desarrollados. Segundo, el neo-extractivismo responde al “eurocentrismo y su idea matriz es la separación de las esferas de valor, de la evaluación en el cálculo de la acción social con arreglo a medios-fines, con una racionalidad formal, instrumental como único criterio de verdad, que deja de lado otras formas de conocimiento” (Marañón, 2011: 7). El desarrollo se vuelve a convertir en una opción en que impera la lógica de la racionalidad capitalista. Se basa en el progreso y no en la Solidaridad económica y potencialidades de transformación en América Latina solidaridad.

Una lucha entre economías fuertes sobre economías débiles Y se vuelve a marcar el dominio territorial a partir de negocios comerciales que establecen relaciones orientadas a un crecimiento economicista dependiente, con el debilitamiento de la soberanía nacional. Se exige la extracción de recursos, promovidos desde la idea de alcanzar el progreso. Tercero, se produce de a poco la “Colonización de la Subjetividad” (Marañón, 2011: 5). Como se ha dicho, el desarrollo como tal no es solamente “un proyecto económico sino cultural”. Al colocar nuevamente el desarrollismo como única vía, los saberes solidarios, comunitarios y críticos son desprestigiados. Se castiga a quien no quiere ir hacia el desarrollismo. “Las formas de producción de conocimiento de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivación de la subjetividad. La represión en este campo fue conocidamente más violenta, profunda y duradera entre los indios de América ibérica, a los que condenaron a ser una subcultura campesina, iletrada, despojándolos de su herencia intelectual objetivada” (Quijano, 1992: 210). Se busca someter a otras culturas y saberes diferentes a la lógica de la modernidad europea. El Estado, incluye subordinadamente ciertos saberes alternativos, y usa la represión sobre las capacidades y saberes sobre todo la que proviene del movimiento indígena, mujeres y trabajadores, reorganiza la fuerza del trabajo bajo los dominios del capital y quiere vaciar la intersubjetividad que proporciona el planteamiento del Buen Vivir, interponiendo “la racionalidad cognitivo-instrumental, de la moral-práctica y de la estético expresiva” (Marañón, 2011). Como resultado, la colonialidad del poder, se vuelve cada vez más, un andamiaje que transversaliza la fase de descenso del neoliberalismo, en cuanto el ascenso del primer momento de políticas desarrollistas de los “gobiernos progresistas”, no un proceso al Buen Vivir. En el Ecuador, desde el año 2006, se ha pasado a un proceso más bien de tensión entre “Desarrollo” y Buen Vivir (Marañón, 2011: 22). La disputa de sentidos teóricos e interpretaciones políticas se produjo, sobre todo, después de que la mayoría de las aspiraciones de la gente fueron integradas dentro de la Constitución Ecuatoriana del año 2008. Ocurrió que algo de estas propuestas democráticas, se han ido plasmando de forma incompleta, al menos en la piel de las normas jurídicas, de los planes nacionales y con la ideología de la Reforma Estructural del Estado, por medio de alianzas interinstitucionales y por la movilización política. Pero cada vez más, saltan como resortes, la dualidad de concepciones, prácticas, cosmovisiones, pertenencias de clase, género, etnia y los límites del proceso, entre 1) el gobierno, 2) los movimientos indígenas, de mujeres, intelectuales y ecologistas, y, 3) las fracciones de los grupos dominantes. Se ha tornado más complejo, provocar alianzas amplias y concretar transformaciones más profundas. Entre el año 2009 y el 2012, el pretendido salto del modelo neoliberal en crisis, al modelo de la “Revolución Ciudadana”, como el camino hacia el “Socialismo del siglo XXI”, cada vez menos logra su intención. En la Constitución del 2008 se establece que el Estado debe promover la redistribución y eliminar los privilegios de unos pocos en el control de los recursos. […] En el Plan Nacional del Buen Vivir del 2009, la redistribución era considerada el centro del cambio para el período y en general de la estrategia en su conjunto. En el Art. 334 de la Constitución Ecuatoriana, se dice: El Estado debe promover el acceso equitativo a los factores de procedimiento para lo cual le corresponderá: 1. Evitar la concentración y el acaparamiento de factores productivos y recursos productivos, promover su redistribución y eliminar privilegios o desigualdades en el acceso a ellos. (Carrión Sánchez, 2011) Sin embargo, no ha existido un cambio significativo en la estructura agraria ni en el patrón de acumulación rural que se consolidaron en la época neoliberal. La diferencia en esta nueva época se encuentra en una mayor presencia del Estado a través del gasto público agropecuario y la asistencia social, sin embargo, los beneficiarios de la inversión productiva agropecuaria, no han cambiado, siguen siendo los grandes y medianos productores. (Carrión Sánchez, 2011) El proyecto político nacional, amplio, democrático y popular, que dé al traste al modelo de desarrollo anterior, más bien, se ha reducido a políticas públicas débiles y a la reconcentración para la acumulación capitalista de los sectores dominantes. El pensamiento económico del gobierno ecuatoriano, desde la segunda fase5 de la “Revolución Ciudadana” del año 2009, se ha orientado hacia el despliegue de un saber hegemónico basado en la colonialidad del poder y en el retorno a una recomposición de la matriz neo-extractivista. Cada vez se habla menos de promover una economía para el cuidado de la vida, se firman contratos mega-mineros, se amplía la frontera petrolera, se construyen centrales hidroeléctricas, obras viales, se habla de distribuir cierto número de tierras y ya no de reforma agraria. La “Revolución Ciudadana”, no logra escapar de la universalización teórica europea, se piensa que hay que intensificar la concentración del poder en el Estado, promoviendo la expansión de los agro-negocios y proveedoras de alimentos, con una mínima participación del ciudadano. Más bien se ha acentuado la confrontación con varios de los más importantes actores políticos: los movimientos sociales7, sectores intelectuales, que dicen que no hay pasos significativos al Sumak Kawsay, más bien retrocesos constitucionales frente a la histórica lucha antineoliberal. El gobierno les acusa de terroristas, ecologistas infantiles, golpistas, ha iniciado juicios penales en contra de más de ciento cincuenta indígenas y hombres y mujeres de los movimientos sociales.

Un camino que renace hacia el Buen Vivir En este camino, se dio un primer paso, como se señala en La colonialidad del poder y la economía solidaria. Apuntes para la reflexión teóricometodológica del Grupo de Trabajo Economía Solidaria, CLACSO9, al contar con reconocimiento constitucional: las bases de este nuevo modelo se evidencian en la relación triangular que la Constitución Ecuatoriana construye entre los derechos de la naturaleza, el buen vivir y el régimen de desarrollo. Así, la Carta Constitucional establece: i) “La naturaleza o Pachamama donde la vida es reproducida y realizada tiene el derecho a un respeto integral de su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos de vida […] La Pachamama tiene también el derecho a la reparación o restauración (Art. 72); ii) El Buen Vivir, además de ser un eje transversal, tiene su propio régimen con más de 75 artículos que incluyen el agua y alimentos, la naturaleza, […] conocimientos ancestrales, biodiversidad, sistemas ecológicos, energías alternativas, y derechos individuales y colectivos para los grupos históricamente desprotegidos. Lo que sobresale es la significación social, económica y epistémica del Buen Vivir y la relación integral que este construye entre los seres humanos, el conocimiento y la naturaleza. La naturaleza es entendida extensamente como la condición esencial de las prácticas socioculturales, territoriales, espirituales, ancestrales, éticas, estéticas y epistémicas de la vida misma; iii) El tercer y punto final del triángulo es el Régimen de Desarrollo, descrito en la Constitución como la articulación organizada, sostenible y dinámica de los sistemas económico, político, sociocultural y ambiental que garantice el logro del Buen Vivir o Sumak Kawsay. (Marañón, 2011: 22-23) Se ha dado otro paso, en los cinco años del gobierno, al iniciar la crítica al desarrollismo desde el Buen Vivir. La última movilización por el Agua, la Vida y la Dignidad de los Pueblos10, muestra que hay en juego una tensión entre la vía al desarrollismo y el camino hacia el Buen Vivir. En gobierno va por consolidar el proceso de reforma capitalista en curso, y cuenta con mayor fortaleza e instrumentos de poder, y otros caminan por el Buen Vivir y el respeto a la Pachamama. Emergen movilizaciones de resistencia al neo-extractivismo, la defensa del agua, de los recursos naturales, de las economías de subsistencia, el acceso a la tierra, a la seguridad social, de los derechos de la naturaleza, la profundización de los derechos de mujeres, indígenas y trabajadores, encabezada por los pueblos indígenas y los movimientos sociales. Las protestas exigen “la socialización de los medios de producción, la socialización del poder, una nueva racionalidad” (Marañón, 2011). La disputa es política y epistémica. Para sectores del gobierno, el Buen Vivir, debe ser el bienestar social incluido en el Estado, que sirve de cortina a la reestructuración de las relaciones de clase, de género y etnia, y a las formas de coerción. Para otros, el Buen Vivir es una manera de descolonizar y despatriarcalizar11 el poder, de generar una intersubjetividad no antropocéntrica, por medio de la recuperación de los saberes ancestrales, el reconocimiento del Estado Plurinacional, desde el sentido de lo comunitario que es la centralidad de la vida, basada en la integración de los derechos humanos y de la naturaleza, que integren y armonicen deseos y necesidades sociales, con la economía, entendida como el conjunto de relaciones para el cuidado de la vida y no para la sostenibilidad del capital. Para Quijano el poder, en la experiencia histórica conocida, es una trama de relaciones de dominación, explotación y conflicto por el control de cada uno de los cinco ámbitos fundamentales o decisivos de la existencia social humana que él identifica: trabajo, género / sexualidad, autoridad, intersubjetividad y “naturaleza”. Las distintas formas históricas de articulación entre esas instancias del poder conforman un determinado patrón de poder, esto es, forman un complejo estructural cuyo carácter es siempre histórico y específico. (Marañón, 2011: 13; énfasis propio) En consonancia con lo propuesto por Quijano, el Buen Vivir es un proyecto político en construcción, una búsqueda de alternativas al desarrollismo en la confrontación a la estructura colonial, clasista, patriarcal y racista, que ha provocado no solo el exterminio de poblaciones originarias y de culturas ancestrales sino violencia, femicidio y la destrucción de la Pachamama. El Buen Vivir, puede ser un camino abierto por una “epistémica subalterna” (Grosfoguel, 2006: 22), en tanto las relaciones epistémicas de solidaridad y reciprocidad, hacen parte del centro sagrado entre los pueblos y la Pachamama. Des-oprimir al ser humano y a la Pachamama, da sentido a la lucha por el Buen vivir, es la base de complementariedad de la vida, para tener voz propia y resistir. Es el campo de la protesta social ecuatoriana, que si bien integra la relación entre socialismo y plurinacionalidad, similar al socialismo indoamericano propuesto por Mariátegui (Marañón, 2011: 8) integra voces diversas como la del feminismo popular.

Las Claves feministas: desde los enlaces de género, clase y etnia

Clave 1: Descolonizar la sociedad , desde la s diversas lucha s de género El enfoque de Mujeres para el Desarrollo MED14 1960-1970 exigía a los Estados y organismos multilaterales de desarrollo reconocer la problemática específica de las mujeres, integrarlas a proyectos de desarrollo social y a los beneficios del progreso. Entre los años setenta y ochenta fue superada por la propuesta de Género para el Desarrollo – GAD, que analiza la problemática de las mujeres como relaciones de poder entre hombres y mujeres, basadas en sistemas culturales (De Barbieri, 1993: 45). Se concibe que el sistema de género al ser un sistema cultural, impregna la identidad de cada sujeto en sus dimensiones económicas, ambientales, políticas, étnicas, etc. Reconoce la necesidad de un desarrollo completo para las mujeres, porque el progreso recae injustamente sobre las espaldas de las mujeres, y su trabajo se encuentra invisibilizado, por lo que llama a los Estados a impulsar el empoderamiento de las mujeres y a priorizar estrategias de género. Hace énfasis en el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado, como una de las esferas más olvidadas por la sociedad. En 1980, en el Ecuador, el género es la categoría que muestra la división de sexo y género, sirve para desnaturalizar la preponderancia del sexo en las relaciones entre hombres y mujeres e indicar que las relaciones de opresión sexual son históricas y de poder y estructuras sociales. Estas reflexiones predominaron durante los años ochenta y noventa. Hubo estudiosas feministas ecuatorianas que incorporaron conceptos como el de Joan W. Scott en “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en que dice: el género es una manera de denotar las “construcciones culturales”, la creación totalmente social de ideas sobre los roles apropiados para mujeres y hombres […] El uso de género pone de relieve un sistema completo de relaciones que puede incluir el sexo, pero no está directamente determinado por el sexo ni es directamente determinante de la sexualidad. (Scott, 1996: 5) Para el feminismo ecuatoriano, los años ochenta, fueron épocas para aclararse e incluirse en los debates internacionales, adoptar la categoría género como criterio de análisis para la acción feminista de inclusión de derechos en el Estado. En los años noventa, emergen con más claridad, dentro del feminismo ecuatoriano varias tendencias. Desde 1995, por un lado, el feminismo que había centrado su lucha política en integrarse a la institucionalidad del Estado asume que las transformaciones en el Estado son las que van a modificar las relaciones machistas; muchas ONG hacen intermediación entre el Estado y las mujeres y, en gran medida se alinean con la concepción del GAD. Raquel Rodas lo llama feminismo institucional liberal, orientado fundamentalmente a la promoción de derechos y de políticas públicas de género, desde arriba, para la inclusión en el desarrollo capitalista, mientras se distanciaban de las categorías patriarcado, feminismo, capitalismo e izquierda; por otro lado, otros procesos feministas, más bien optaron por vincular el debate de género en las luchas antineoliberales propiciadas por el movimiento indígena, campesino, el naciente movimiento de la Economía Popular y Solidaria (EPS), las redes de Finanzas Populares y Solidarias. Su planteamiento se diferenciaba del feminismo institucional liberal porque asumían que los derechos humanos para las mujeres no era la finalidad del género, utilizaban la categoría al género para cuestionar la opresión sexual, vinculada a la crítica al modelo de desarrollo, se aproximaban de a poco a la categoría feminismo, patriarcado, colonialidad y capitalismo, relacionándolas con la diversidad sexual, Estado plurinacional, democracia, planteando que la lucha de género debe ser dentro y fuera de la institucionalidad y priorizando la formación de las organizaciones de mujeres para propiciar cambios19. Todas las tendencias feministas estuvieron cruzadas por la concepción del Género para el Desarrollo, las liberales para integrarse al capitalismo y otras para salir del neoliberalismo. En 1998 ocurre que, por primera vez en la historia ecuatoriana, alianzas entre indígenas, campesinos, ecologistas, grupos de la diversidad sexual, representantes de gobiernos locales y todas las tendencias mencionadas del feminismo confluyen y logran incluir los derechos humanos y colectivos de todos estos sectores sociales en una convergencia que matiza la Constitución neoliberal de esa época. Raquel Rodas, feminista ecuatoriana, que realiza una lectura adecuada de las tendencias feministas y señala sus características. Tiene un excelente artículo acerca de los 100 Años de Feminismo Ecuatoriano, publicado a finales de los años noventa en la Revista La Tendencia. Estaba más representado por mujeres mestizas de la pequeña burguesía y de clase media. Otras feministas que derivaron en el feminismo de la diferencia, feminismos culturalistas, la ecología feminista. En un contexto de crisis política del Estado y del capital financiero, se producen algunos giros al respecto de la hegemonía de las clases dominantes sobre los movimientos indígenas y ciudadanos. El feminismo institucional liberal, luego de ser incluidos los derechos humanos de las mujeres, entiende que el paso siguiente era profundizar derechos y ampliar la institucionalidad, pero el retroceso neoliberal también se lleva consigo al feminismo liberal, entran en crisis y se desencajan del momento que vivía el país, de fuerte convulsión social y política, que exigía alternativas de otro corte. El feminismo más integrado a la resistencia antineoliberal, sufre una serie de modificaciones, por un lado, se había constituido una franja de mujeres indígenas, afros y mestizas empobrecidas y de feministas más visibles dentro de la participación política, muchas de ellas dentro del activismo de los movimientos sociales y la reflexión política intelectual, no solo feminista; se había extendido por el país una serie de organizaciones de mujeres de base, de diverso tipo, entre ellas las organizaciones de mujeres vinculadas a procesos productivos de economía o comunitaria, de la defensa de la biodiversidad, de formas de autoconsumo solidario y de economía popular y solidaria; se produce el acercamiento del feminismo crítico a las mujeres de sectores populares, no solo desde los derechos ni la lucha por el ingreso sino por cambiar el patriarcado, el neoliberalismo y el neocolonialismo. Reaparece la categoría patriarcado, feminismo capitalismo y colonialidad de poder. En el Ecuador, la categoría género ha vivido transmutaciones, en relación al debate de patriarcado, a las relaciones de clase, a la diferencia sexual y la multi-dimensionalidad. En los años noventa e inicios de los dos mil, el feminismo liberal reduce la crítica al desarrollo al acceso a derechos económicos y proyectos de inclusión microproductiva y micro-financiera y los cambios desde arriba. El GAD es la intervención del pensamiento eurocéntrico que reedita la manera perversa en que el Estado europeo trasvasa una concepción, limita la acción directa de las mujeres violentadas, vincula el género con la economía y la discriminación racial, pero subordina todas las categorías al capitalismo blanco y a una democracia que integra a las mujeres de América Latina al feminismo liberal europeo, permitiéndoles un acceso miserable a la riqueza capitalista al reconocimiento de una igualdad formal, que universaliza / globaliza, por medio de la lucha de género como igual para todas, paternalizada por el Estado. Se traza nuevamente una relación colonial, sobre las mujeres mestizas, indígenas y empobrecidas que poco o nada deciden acerca del Estado y sus favores. Desde hace más de veinte años se ha cuestionado al feminismo institucional liberal, porque es una derivación del feminismo eurocéntrico, que afirma que el problema de la dominación de género, de la dominación patriarcal, es universal, sin mayores diferencias, justificando, bajo esta bandera de unidad, la posibilidad de transmitir los avances de la modernidad en el campo de los derechos a las mujeres no-blancas, indígenas y negras, de los continentes colonizados. Sustenta, así, una posición de superioridad moral de las mujeres europeas o eurocentradas, autorizándolas a intervenir con su misión civilizadora-colonial modernizadora. (Segato, 2010: 30) Allí nace la lucha feminista por la des-colonialidad del poder y en el Ecuador se convierte en la resistencia feminista popular y diversa, que se ha atrevido a re-significar la categoría género, a procesarla desde dentro del Estado, desde las organizaciones de mujeres comunitarias, colectivos urbanos, que incluyeron la economía solidaria y a la teórica feminista crítica.

Clave 2: Colonialidad del Poder y tendencias de la Economía Feminista En el 2006, una serie de feministas de izquierda, cercanas a los diversos movimientos indígenas, del movimiento ciudadano y de colectivos urbanos de resistencia al modelo neoliberal, tomaron rumbo hacia la propuesta de Movimiento Alianza País, la agrupación política que lleva al poder a Rafael Correa, y otras deciden la autonomía frente al gobierno desde sus organizaciones, asumiendo un doble rostro, motivando la articulación entre género, clase y etnia. Activando dentro del movimiento indígena, campesinos y afro-descendientes, y a su vez, el movimiento de mujeres. A continuación, se ha tratado de sintetizar el debate teórico políticofeminista actual frente al Modelo Económico en los siguientes cuadros: el GAD es una de las que logra ampliar la lucha de género fuera de las fronteras nacionales superando a lo que alguna vez logró el feminismo integrado a los partidos comunistas y al feminismo de Mayo de 1968.

Cuadro Nº 1 Semejanzas de modelo de desarrollo desde el feminismo ecuatoriano Feminismo institucional Feminismo diverso y popular Semejanzas teórico-discursivas 1. Todas las tendencias del feminismo ecuatoriano, han ido avanzado hacia una crítica al neoliberalismo, a la racionalidad economicista y a la concentración de los partidos políticos de la derecha. Existe una crítica bastante general a los feminismos occidentales, centrados en la economía o solo en el género. 2. La teoría feminista, deja de usar la categoría género como principio y final. Incluyen interrelaciones de clase, de género, etnia; categorías como división sexual del trabajo y carga global de trabajo, patriarcado, violencia, trabajo productivo para definir al trabajo remunerado y no remunerado, economía del cuidado en vez de trabajo doméstico, recuperando categorías del feminismo de izquierda del siglo XX. 3. Se observa que el Estado es patriarcal, capitalista y racista, por lo tanto hay que generar un proceso de transformación cultural y de transversalización del género en todo el Estado y la sociedad. 4. El acceso al empoderamiento y al sistema de medidas afirmativas, a nivel económico, electoral, en la inclusión de leyes, en el acceso a diferentes instancias estatales y organizativas. Fuente: Sistematizaciones realizadas por Aguinaga, 2011.

Cuadro Nº 2 Diferencias de modelo de desarrollo desde el feminismo ecuatoriano Feminismo institucional Feminismo diverso y popular Diferencias teórico-discursivas 1. Se asume que la “Revolución Ciudadana” es un paso hacia el “Socialismo del Siglo XXI”, eliminará el Neoliberalismo y el machismo de forma evolutiva. Se han incrementado las políticas de inversión social y redistribución para las mujeres como nunca antes. El modelo es desarrollista y hay políticas de transferencias condicionadas, asistenciales no redistributivas, dirigidas mayoritariamente a las mujeres empobrecidas. Se ha incrementado una desigualdad creciente entre ricos y pobres, aunque han disminuido ciertos niveles de miserabilidad. 2. Existe en marcha un proceso de transversalización de género en el Estado, que ha dado pasos muy significativos, para des-patriarcalizar la sociedad. Hay una parca inclusión de género en el Estado, pero no transversalización de género. Mas esta presente una re-patriarcalización de la sociedad, expresada en una continuidad de la división sexual del trabajo, se mantiene la inmensa carga global de trabajo, la falta de acceso a empleo y crédito, los altos niveles de violencia sexual, los femicidios. 3. Existe un avance en la interculturalidad y la plurinacionalidad en la sociedad, lo que ha disminuido el racismo en el Ecuador, con énfasis en mujeres indígenas y afros. Existe un proceso de neo-colonización desde el Estado. También existe un avance en la interculturalidad y la plurinacionalidad en la sociedad, sin embargo, hay un pacto racista de las clases sociales sobre nacionalidades y pueblos, hombres y mujeres indígenas y afroecuatorianas. 4. Se han disminuido los niveles de impacto de la explotación petrolera por medio de políticas de remediación y control del impacto ambiental. Esta es una primera fase del Buen Vivir. Se ha iniciado un proceso hacia el capitalismo verde con rostro humano. No hay una reforma agraria ni acceso a tecnologías limpias que realmente muestren una disminución del grave deterioro de la Pachamama ni del impacto sobre la vida de las mujeres. Solidaridad económica y potencialidades de transformación en América Latina Feminismo institucional Feminismo diverso y popular Diferencias teórico-discursivas 5. A través de los negocios inclusivos, se incorpora a las mujeres al ingreso y a la política redistributiva del Estado y avanza la ES, sobre todo para las mujeres. La ES ha sido institucionalizada en el Estado, y es una propuesta que si bien está reconocida en la normativa constitucional y legal, se está utilizando como una forma de adaptación al progreso, a una ampliación de negocios inclusivos, que se orientan hacia el mercado capitalista antes que la solidaridad y la asociación autónoma del Estado. Se contrapone EPS a economía comunitaria y de recuperación de los saberes ancestrales. 6. Se debe reconocer sobre todo la esfera de la economía del Cuidado como la más olvidada, por lo que se necesita redistribución de la riqueza y para ello debe intervenir el Estado; se alude al crecimiento económico para fomentar estas políticas sociales, por ejemplo la seguridad universal. Se dimensiona la Economía del Cuidado, no solo como el Cuidado doméstico, sino como la esfera de la cotidianidad de las relaciones para la vida. Se ha vuelto a separar la esfera productiva de la reproductiva con un sobrecargo de trabajo femenino. Hay que hablar de economía para la vida y no para el capital. Fuente: Sistematizaciones realizadas por Margarita Aguinaga, 2011.

Clave 3: En la espiral del encuentro con el feminismo crítico Sin dejar de reconocer los avances, se profundizan los enlaces de clase y de género como expresión del desarrollismo. Para el año 2012, luego de tantos años de lucha, asombran los datos de violencia de género: “En Ecuador 6 de cada 10 mujeres han vivido algún tipo de violencia de género, sea física, psicológica, verbal o patrimonial, de allí, el 6.75% de las mujeres que son jefas de hogar han sufrido violencia; 1 de cada 4 mujeres ha vivido violencia sexual”. El femicidio y la despenalización del aborto no han sido incluidas en las demandas de género. Además, junto con la opresión de género, se debe reconocer que “el trabajo productivo, la relación con el mercado y la provisión del cuidado que se da a través del mercado o del Estado y se basa en trabajo remunerado. En estos casos, por lo regular hay sobre-representación de fuerza de trabajo femenina y los niveles de remuneración son bajos” (MacKinnon, 1995). Entonces, “trabajar las relaciones entre producción y reproducción es a la vez trabajar en dos conjunto de relaciones sociales, las relaciones de clase y género, que designaremos respectivamente de explotación y de opresión” (Kergoat, 1994: 18). La modernidad —con su discurso igualitario y la monopolización de politicidad por la esfera pública, acentuó dramáticamente las jerarquías de género existentes en el mundo “aldea”, dejó a la mujer en el mundo doméstico ya constituido como esfera privada, sin capacidad de deliberación y sin la protección de la comunidad. (Marañón, 2011: 39) Reconocer la profunda amplitud de la violencia sexual y la invisibilización del trabajo doméstico en la trama privada de las mujeres, aceptada socialmente y aunada por la ausencia del Estado o la doble moral de la Iglesia, o colocada como problema de segundo orden en lo público o de ningún valor público es una herencia de la matriz colonial, republicana, liberal, neoliberal y desarrollista. Hay una separación entre lo privado y lo público que atraviesa la esfera de lo privado sexual, privado económico, privado étnico-racial, y la esfera de lo público. La característica de la feminización neoliberal fue el ingreso de las mujeres no solo al mercado laboral, sino el débil proceso de feminización de la matriz acumulación del capital y el Estado en torno al trabajo flexibilizado de las mujeres. En gran medida, sobre todo desde las mujeres rurales, se sostuvo la migración masculina, esto basado en la invisibilización en el ámbito productivo y en la economía del cuidado sostenido mayoritariamente por las mujeres. Hoy no hay un cambio profundo al respecto. Acerca del debate del trabajo productivo, tomando en cuenta las relaciones de clase y género, y las étnicas, es pertinente indicar que en las dos últimas Constituciones ecuatorianas, el trabajo femenino directo en relación a la que recibe ingreso o salario, así como el trabajo doméstico, son ahora considerados productivos, y más bien se los define como trabajos remunerados y no remunerados, cuya sumatoria constituye la Carga Global de Trabajo. La economía del cuidado incluye: - trabajo doméstico y afectivo-sexual, el trabajo de la naturaleza, el - trabajo comunitario y actividades complementarias realizadas por las mujeres mayoritariamente. “Muchos marxistas inicialmente creyeron que la entrada de las mujeres al empleo remunerado conducirían a la igualdad con los hombres de su propia clase. […] Luego se retomó el debate acerca de si el trabajo reproductivo es de valor y genera plusvalía o no, por medio de los estudios de Mariarosa Dalla Costa, y en otros sentidos de que el trabajo de las mujeres contribuye a la creación de la plusvalía a causa de que permite al capitalista pagar el trabajo masculino por debajo de sus costos reales de reproducción” (Coontz, 1990).

Cuadro Nº 3 Carga Global de Trabajo (promedio de horas semanales) Fuente: Encuesta de uso del tiempo INEC, CONAMU, UNIFEM, 2007. Elaboración: Alba Pérez A. Mujer 77:03:00 75:05:00 82:58:00 Hombre 61:56:00 62:54:00 60:11:00 0:00:00 48:00:00 96:00:00 144:00:00 192:00:00 240:00:00 288:00:00 Nacional Urbana Rural

Clave 4: Avanzar a descolonizar y des-patriarcalizar el poder La colonialidad es patriarcal, en el sentido de género en tanto las poblaciones indígenas tienen un orden patrilineal que es patriarcal que hay que enfrentar y la justicia indígena necesita aliarse de manera justa con la justicia de género. El género no es una estructura ajena a la mujer colonizada, el propio cuerpo la re-vive y reproduce de manera inconsciente y consciente, con la participación activa de las propias mujeres, aun con la capacidad y deseo fundamental de resistirse a la opresión. De allí que no hay que descolonizar sin dejar de despatriarcalizar la sociedad. Si bien patriarcado fue un término utilizado inicialmente por Max Weber, para describir una forma peculiar de organización doméstica, en la cual el padre dominaba a otros miembros de una extensa red de parentesco y controlaba la producción económica del conjunto familiar”, es Kate Millet, feminista radical, la que logra precisar a esta como una categoría que define la dominación masculina en que las relaciones de poder político están fuertemente definidas por la autoridad paterna y masculina, así como su objetivo es el poder concentrado sobre las mujeres […]. Luego se amplió la definición de patriarcado, “asumiendo a este como un sistema que no es solo relativo a la producción, sino que es sinónimo del sistema generalizado de dominación masculina y se indica que el patriarcado, debe ser analizado en la sociedad concreta y momento histórico, pues es una estructura histórica que no solo responde a su propia lógica. Por ello las feministas, también reconocen que no solo el análisis de género es suficiente para explicar la totalidad de la distribución del poder y recursos en la sociedad moderna. (Barret, 1997) En el Ecuador, la presencia permanente de mujeres e indígenas en las luchas sociales, en la relación con el Estado y la economía, aunque se los pretenda invisibilizar. Las mujeres indígenas, afroecuatorianas y mestizas, están más próximas ahora al feminismo que nunca antes, existen feminismos diversos, por el lugar social y cultural diferente y fragmentado de la historia situada de las mujeres. Existen mujeres feministas pertenecientes a colectivos situados en los márgenes de los activismos feministas dominantes que denuncian el modo en que sus intereses son cooptados por el feminismo “blanco” por una parte, y por otra cómo las representaciones de las mujeres marcadas por la diferencia étnica son racistas, y les restan poder a las mujeres (Hernández Castillo y y Suárez Navaz, 2010: 6). El feminismo ecuatoriano, si bien tiene raíces en el feminismo europeo y occidental, es cada vez más parte de los feminismos del “Tercer Mundo”, justamente por su lucha descolonizadora desde las mujeres empobrecidas del campo y la ciudad, en contra de la opresión patriarcal. Avanzan en el pensar la colonialidad no solo como una etapa histórica sino también como una relación de poder entre desiguales; saberes feministas que reconocen lo diverso y lo popular. El feminismo “es la primera teoría que permite generar conciencia: la reconstrucción crítica y colectiva de los significados de la experiencia social de la mujer, tal y como la viven las mujeres […] como ser social colectivo” (MacKinnon, 1995). Es luchar por mejorar la participación de la mujer y des-jerarquizar las relaciones con los hombres; pero esto tendría que hacerse no de manera individual, a nivel personal, a individuos mujeres, o a la relación entre individuos mujeres e individuos hombres. Se tendría que promover la igualdad de género concebida como igualdad no de personas sino de esferas. Considerando el contexto comunitario tales acciones deben ser dirigidas a promover la esfera doméstica y el colectivo de las mujeres como un todo, frente a la jerarquía de prestigio y el poder del espacio público comunitario y el colectivo de los hombres. (Segato, 2010) Y al mismo tiempo, es el reconocimiento de la diferencia.

Diálogos y tensiones entre la Economía Solidaria y la Economía Feminista La EPS en el Ecuador ha atravesado en el nivel conceptual una adaptación teórica de los aportes analíticos avanzados por Razeto, Coraggio, Quijano y Polanyi (AREPS, 2011). Toda una exigencia para el avanzar práctico de la ES, existe una literatura ecuatoriana sobre la ES muy incipiente. Se han incluido los aportes de Coraggio y la definición de las tres esferas, pública, privada y de la ES, así como el aporte de Quijano de descolonialidad, atacando los procesos de desempleo y financiarización estructural. Surge entonces la pregunta: ¿la ES es un eje descolonizador? Los sectores de la ES van cambiando lentamente su configuración anterior, pero hacia dónde van es todo un debate y un proceso de investigación; ahora, hay una dualidad conceptual mayor; sobre todo entre los sectores de la ES y el Estado, no es el mismo concepto del que hablan todas y todos. Está en juego la orientación de la ES “a) dentro del capitalismo, en coexistencia con las llamadas economía pública y economía privada; o bien, b) en una sociedad alternativa al capitalismo” (Marañón, 2011: 27). Hay una vertiente que desde un discurso radical de la ES impulsa la incorporación de las propuestas solidarias como inclusión productiva, para convertir a iniciativas populares al viejo estilo de los gremios como negocios capitalistas, cooperativas más grandes, solidaridad financiera para ir hacia una acumulación intermedia de capital. Se dice en el Estado que la EPS es el conjunto de instituciones, recursos y capacidades con los que los trabajadores autónomos, domésticos y familiares, y sus unidades domésticas y familiares realizan las actividades de producción, distribución, circulación, financiamiento y consumo, para generar bienes y servicios para el autoconsumo, la obtención de ingresos para el consumo mediante la contratación directa de su fuerza de trabajo o la producción de bienes y servicios para su venta en el mercado; y así generar ingresos para la satisfacción inmediata de sus necesidades individuales y familiares (AREPS, 2011). Por el contrario, otros siguen haciendo de la ES el acceso a la autonomía económica y financiera, desde la solidaridad, frente al desarrollismo y al Estado. Defienden la agro-biodiversidad, la Pachamama y otros aspectos como el reconocimiento de la economía del cuidado y de la eliminación de la violencia sexual y del acceso a procesos de participación política que implican otras formas organizativas que no tienen como finalidad el enriquecimiento ni el lucro personal; mantiene la horizontalidad en su funcionamiento, así los bienes hubieren crecido. Aníbal Quijano, por su parte, invita a pensar en el Sistema de Economía Social y Solidaria – SESS, como la perspectiva de una sociedad alternativa al capitalismo, enfrentando su complejidad: las relaciones de explotación, dominación y conflicto, en los cinco ámbitos decisivos de la existencia social: trabajo, sexo-género, autoridad colectiva, relación entre seres humanos y naturaleza (AREPS, 2011). Coraggio y Quijano coinciden en que la ES contiene principios que cuestionan el orden social capitalista desde una nueva racionalidad, por lo tanto tienen la potencialidad de constituirse en SESS, que impulse una nueva manera de vivir. Articulando las distintas esferas de la vida social, entre ellas, la económica, pero no solo esta última, “que conciben a los emprendimientos en una permanente tensión para reproducirse, entre patrones de reciprocidad y de mercado” (Quijano, 1998: 134). Desde el 2008, la categoría ES, atraviesa transformaciones, según se asimila en el productivismo o lucha por el Buen Vivir. El Estado, promueve categorías como crecimiento, productividad, eficiencia, tecnología, acceso a medios financieros, por medio de la oferta vía compra pública que favorece a sectores más grandes, antes que a pequeños y medianos productores, y de la ES. Ni el Estado ni la ES logran hacer grandes cambios frente a: la concentración de la riqueza de agronegocios y la banca privada, el desigual acceso a los medios de producción, la concentración de la financiarización en grande bancos, la tecnología, la precarización del empleo, la asimetría de los mercados, la débil transferencia de conocimientos y falta de mecanismos justo de control y una regulación que no comprima a los pequeños productores solidarios. En fin, a la mayoría de los actores de la ES, fundamentalmente les interesa preservar la metodología basada en la solidaridad, en la autogestión recíproca.

Relación entre el feminismo y la EPS En las décadas del ochenta y noventa se incluía el enfoque de género dentro del Estado, para lograr que para las mujeres tuvieran una entrada agresiva y jerarquizada al mundo del trabajo y el paso a la economía formal no fuera tan drástico. De ese paso surge la entrada de las mujeres a la generación de emprendimientos y finanzas populares. Las mujeres devienen desde la esfera reproductiva, lo que se llamaba en esos tiempos trabajo doméstico y familiar, hacia el mercado de trabajo y crece la presencia de las mujeres en la esfera productiva y financiera feminizada; el género se acepta como la categoría que cuestiona los roles machistas dentro de estas experiencias. El patrón de acumulación capitalista había incluido a las mujeres de la peor forma, y ellas, aun viviendo esas formas de precarización, habían logrado gestar formas asociativas comunitarias y solidarias que además eran capaces de incluir el género como otra lucha por la justicia. En los años ochenta y noventa, hay inclusión del MED y del GAD, en todas sus versiones. Dentro de la ES, no se hablaba desde categorías como división sexual del trabajo y trabajo reproductivo, se hablaba de género como una categoría que explicaba la violencia sexual y doméstica, así como se la conjuntaba para modificar la mirada economicista de la pobreza, y para reivindicar la economía del cuidado y la descolonización como una problemática que atañe no solo a las mujeres indígenas, sino también a las afroamericanas, mestizas, montubias, etcétera. Para el 2008, entonces, se reconoce el trabajo doméstico como trabajo productivo y empieza todo el debate de la economía del cuidado y el trabajo más olvidado de todos los trabajos de las mujeres, incluyéndolo en la Constitución y en la Ley de la EPS 2011. Se dice que allí, en la relación género y economía solidaria, nació una vertiente de la economía feminista ecuatoriana, entre los emprendimientos productivos, cajas de ahorro y créditos, canastas solidarias con inclusión de género y otras veces, reivindicando la categoría trabajo, se toma como fuente para los primeros estudios del uso del tiempo y carga global de trabajo. Dentro de la ES, la categoría género logra implantarse bajo esta dualidad, mujeres buscando el acceso al desarrollo y mujeres buscando el mejoramiento de las condiciones de vida sin mirar el desarrollo como finalidad. No se debe olvidar que hay varias feministas gestoras de iniciativas económicas que habían puesto en cuestión los modelos de economía capitalistas, asumiendo la lucha de género como parte de la lucha económica, sin necesidad de hablar de economía feminista, pero que motivaban desde la ES ir hacia un desarrollo no capitalista. no machista y descolonizador y ahora están integrando el Buen Vivir en sus experiencias

Conclusiones Se ha producido un momento de fuerte disputa y dualidad de significados de las categorías con las que se definía el proceso de resistencia anticolonial, antineoliberal y democrático. En parte es el Estado el que ha iniciado ese proceso de disputa, con una mirada en la inclusión. Pero es ahora, en relación al Estado, que los actores sociales y políticos han iniciado esa disputa y en donde se definen los contenidos y los cambios prácticos. Mayoritariamente, los pueblos indígenas y las organizaciones de mujeres son los que han asumido el Buen Vivir como el proyecto que hay que construir; dicho por Mariátegui, el socialismo indo-americano, pues en sus resistencias ha incorporado la exigencia de la redistribución de los medios de producción, la socialización del poder y el reencuentro de la madre naturaleza con el ser humano. La categoría género se ha modificado, en tanto explica y cambia las relaciones sexo-género, y se ha ampliado, interrelacionándose con categorías como división sexual del trabajo, carga global y economía del cuidado. Las dimensiones de la existencia social expresadas por Quijano, de cara al feminismo, implican la transversalización del género en el Estado y en la Sociedad, basada en la interrelación entre sujetos y naturalezas. Las claves feministas de los enlaces de género, de clase y étnicos residen en el paso del feminismo de los derechos al feminismo por el Sumak Kawsay. La racionalidad solidaria de las mujeres populares y diversas, que sostiene la economía del cuidado para la vida, exige la eliminación de todas las formas de violencia y de racismos en contra de las mujeres, que aun siendo las más pobres del país, se siguen oponiendo a las políticas neo-extractivistas del gobierno en la lucha en contra del productivismo, por la descolonización del poder, en tanto despatriarcalización de la sociedad y del Estado. La Economía Solidaria nuevamente se encuentra ante un campo dual; por un lado, Economías para la Subsistencia ahora ancladas bajo el dominio del Estado, que promueven la inclusión productiva para crecer y tener un mejor impacto y tal vez formar parte del ensanchamiento de la clase media, volviéndose subsidiaria de los agro-negocios y la naciente agroindustria ecuatoriana; o el de sus actores, mayoritariamente mujeres y campesinos, pequeños productores, que busca construirse como un saber comunitario, basado en los conocimientos ancestrales que colocaban a la economía como un saber entre otros saberes (la economía no es solo un saber, también alude a la forma en que se satisfacen las necesidades), pero no como el saber único ni la finalidad, basado en la racionalidad de la reciprocidad, la defensa de su autonomía frente al Estado y la lucha por el Buen Vivir.

Bibliografía Acosta, Alberto 2011 “Extractivismo y neoextractivismo: Dos caras de una misma maldición” en Lang, M. y Mokrani, D. (eds.) Másallá del desarrollo (Quito: Abya Yala). Agenda de la Revolución de la Economía Popular y Solidaria – AREPS 2011 (Quito: Ministerio de Inclusión Económica y Social). Aguinaga, Margarita; Lang, Miriam; Mokrani, Dunia y Santillana,Alejandra 2011 “Pensar desde el feminismo: Críticas y alternativas al desarrollo” en Lang, M. y Mokrani, D. (eds.) Másallá del desarrollo (Quito: Abya Yala). Asamblea de Mujeres Populares y Diversas. Memorias de reuniones durante 2009-2010. Barret, Michéle 1997 “La opresión de la mujer hoy” en Documentos de Trabajo (Ámsterdam: Instituto de Formación IIRE). Carrión Sánchez, Diego 2011 “La palabra en nuestra orilla. Estructura agraria y Modelo de acumulación rural en el Ecuador: información para el debate político”. Documento de Trabajo (Quito: Instituto de Estudios Ecuatorianos – IEE). Solidaridad económica y potencialidades de transformación en América Latina Constitución de la República Ecuatoriana 1998, disponible en <pdba. georgetown.edu/Constitutions/Ecuador/ecuador98.html>. Constitución del Ecuador 2008, disponible en <www.efemerides.ec/1/cons/index.htm>. Coontz, Stephanie 1990 “Opresión Sexual y Opresión de Clase” en Documento de Trabajo (Ámsterdam: Instituto de Formación IIRE). Coraggio, José Luis 2011 Economía Social y Solidaria. El trabajo antes que el capital (Quito: Abya Yala). De Barbieri, Teresita 1993 “Sobre la categoría de género: una introducción teórico-metodológica” en Debates en Sociología, Nº 18. Espino, Alma 2011 “Economía feminista: enfoques y propuestas. Apuntes acerca del Desarrollo. Una perspectiva feminista (Argentina)” en Red de Género y Comercio, <www.generoycomercio.org>. Grosfoguel, Ramón 2006 La descolonización de la economía política y los estudios postcoloniales: transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global (Berkeley: University of California). Gudynas, Eduardo 2011 “Desarrollo, extractivismo y buen vivir. Debates sobre el desarrollo y sus alternativas en América Latina: Una breve guía heterodoxa” en Lang, M. y Mokrani, D. (eds.) Más allá del desarrollo (Quito: Abya Yala). Hernández Castillo, Rosalva y Suárez Navaz, Aída Liliana 2008 Descolonizando el Feminismo: teorías y prácticas desde los márgenes (Madrid: Cátedra). Instituto Nacional de Estadísticas y Censo – INEC 2012, en <www.inec.gob.ec/sitio_violencia/presentacion.pdf>. Katz, Claudio 2009-2010, en <katz.lahaine.org>. Kergoat, Daniel 1994 “Por una Sociología de las relaciones sociales, del análisis crítico de las categorías dominantes a una nueva conceptualización, Las Mujeres y el Trabajo: rupturas conceptuales” en Documento de Trabajo (Ámsterdam: Instituto de Formación IIRE) Ley Minera 2009, en <www.mineriaecuador.com/Download/ley_mineriaec.pdf>. Ley de Economía Popular y Solidaria 2011, en <es.scribd.com/doc/53252297/Ley-de-Economia-Popular-y-Solidaria>. MacKinnon, Catherine 1995 (1989) Hacia una Teoría Feminista del Estado (Madrid: Cátedra). Marañón, Boris 2011 “La colonialidad del poder y la economía solidaria. Apuntes para la reflexión teórico-metodológica del Grupo de Trabajo Economía Solidaria” (Buenos Aires: CLACSO). Plan Nacional de Buen Vivir 2011-2013 (Quito: Secretaría Nacional de Planificación –SENPLADES). Quijano, Aníbal 1992 “’Raza’, ‘etnia’ y ‘nación’ en Mariátegui: cuestiones abiertas” en Juan Carlos Mariátegui y Europa: la otra cara del descubrimiento (Lima: Amauta). Quijano, Aníbal 2000 “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” en Lander, E. (comp.) La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas (Buenos Aires: CLACSO). Rodas, Raquel 2000 “Cien Años de feminismo en el Ecuador” en Revista La Tendencia (Quito: Ildis). Sanchís, Norma (comp.) 2011 Aportes al debate del desarrollismo en América Latina, desde una perspectiva feminista (Buenos Aires: Red de Género y Comercio) en <www.generoycomercio.org>. Scott, Joan 1996 “El género: una categoría útil para el análisis histórico” en Lamas, M. (comp.) El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (México, DF: PUEG). Segato, Rita 2010 “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial” en <www.glefas.org/glefas/files/pdf/genero_y_colonialidad_en_busca_de_claves_de_lectura_y_de_un_vocabulario_estrategico_descolonial__ritasegato.pdf>. Unda, Mario 2009 “Reflexiones después de las elecciones del 26 de abril. Hacia una segunda fase de la ‘revolución ciudadana’” en Informes Ecuador (Quito: Observatorio de América Latina). Vásquez, Lola y Tello, Edgar 2006 Género y Desarrollo (Quito: Universidad Politécnica Salesiana).