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Las resistencias a la mundialización capitalista
Las resistencias a la mundialización capitalista
Una oportunidad para el nuevo internacionalismo  
Una oportunidad para el nuevo internacionalismo  
(CEI octubre-noviembre 2000)
(CEI octubre-noviembre 2000)
(...)
(...)
3. Mundialización. Desde el punto de vista de la solidaridad internacional, el actual período en primer lugar se caracteriza por el rol protagónico que ocupa la resistencia a las políticas neoliberales, dada su diversidad y su convergencia objetiva. Este lugar, esta diversidad y dicha convergencia se explica en gran medida por la naturaleza misma y la magnitud del proceso de mundialización capitalista, cuyas consecuencias se dejan sentir brutalmente en todos los dominios de la vida social.
3. Mundialización. Desde el punto de vista de la solidaridad internacional, el actual período en primer lugar se caracteriza por el rol protagónico que ocupa la resistencia a las políticas neoliberales, dada su diversidad y su convergencia objetiva. Este lugar, esta diversidad y dicha convergencia se explica en gran medida por la naturaleza misma y la magnitud del proceso de mundialización capitalista, cuyas consecuencias se dejan sentir brutalmente en todos los dominios de la vida social.
Nueva etapa en la reestructuración del capitalismo mundial y en la internacionalización del capital, la mundialización neoliberal se afirma en primer lugar en su dimensión económica: autonomización de la esfera financiera, liberalización radical pero desigual (en detrimento del Sur) de los movimientos de capital y del intercambio comercial, multiplicación de las megafusiones, expansión de la esfera competitiva, desregulaciones, privatizaciones. Pero la misma no opera sólo en el plano comercial, industrial y financiero.
Nueva etapa en la reestructuración del capitalismo mundial y en la internacionalización del capital, la mundialización neoliberal se afirma en primer lugar en su dimensión económica: autonomización de la esfera financiera, liberalización radical pero desigual (en detrimento del Sur) de los movimientos de capital y del intercambio comercial, multiplicación de las megafusiones, expansión de la esfera competitiva, desregulaciones, privatizaciones. Pero la misma no opera sólo en el plano comercial, industrial y financiero.
La mundialización capitalista en curso impone profundas transformaciones sociales. En el seno de las clases dominadas, en primer lugar, que se ven sometidas a un violento proceso de precariedad y fragmentación. Pero también en el seno de las clases dominantes, con el debilitamiento y la marginación de los distintos componentes de la burguesía tradicional y sus elites. La mundialización renueva las formas de dominación Norte-Sur y provoca una reorganización general del espacio planetario con la consolidación (desigual) de zonas periféricas en los tres polos de la tríada imperialista, y el posible abandono de vastos territorios en vía de desintegración. Modifica los mecanismos dominantes de decisión política y suscita un reequilibro general de los centros de poder - económicos, políticos o militares; nacionales, regionales o internacionales. También asigna nuevos roles a las instituciones mundiales surgidas en la posguerra. A fin de cuentas, para realizarse, la mundialización capitalista exige la emergencia y estabilidad de un nuevo tipo de dominación burguesa, ya sea en el plano internacional como en gran cantidad de países. En efecto, en nombre del librecambio el orden neoliberal quiere abrir a la dictadura del mercado y a las multinacionales, todos los sectores de la vida social que hasta ahora se le escapaban parcialmente. Siempre en nombre del derecho a la competencia, reduce en forma drástica el campo de acción y el margen de maniobra de los Estados, imponiéndoles estrictas obligaciones, al tiempo que otorga una libertad de acción y de decisión sin precedentes a las grandes empresas transnacionales, a los oligopolios financieros e industriales.
La mundialización capitalista en curso impone profundas transformaciones sociales. En el seno de las clases dominadas, en primer lugar, que se ven sometidas a un violento proceso de precariedad y fragmentación. Pero también en el seno de las clases dominantes, con el debilitamiento y la marginación de los distintos componentes de la burguesía tradicional y sus elites. La mundialización renueva las formas de dominación Norte-Sur y provoca una reorganización general del espacio planetario con la consolidación (desigual) de zonas periféricas en los tres polos de la tríada imperialista, y el posible abandono de vastos territorios en vía de desintegración. Modifica los mecanismos dominantes de decisión política y suscita un reequilibro general de los centros de poder - económicos, políticos o militares; nacionales, regionales o internacionales. También asigna nuevos roles a las instituciones mundiales surgidas en la posguerra. A fin de cuentas, para realizarse, la mundialización capitalista exige la emergencia y estabilidad de un nuevo tipo de dominación burguesa, ya sea en el plano internacional como en gran cantidad de países. En efecto, en nombre del librecambio el orden neoliberal quiere abrir a la dictadura del mercado y a las multinacionales, todos los sectores de la vida social que hasta ahora se le escapaban parcialmente. Siempre en nombre del derecho a la competencia, reduce en forma drástica el campo de acción y el margen de maniobra de los Estados, imponiéndoles estrictas obligaciones, al tiempo que otorga una libertad de acción y de decisión sin precedentes a las grandes empresas transnacionales, a los oligopolios financieros e industriales.
El papel de los Estados continúa siendo grande - y especialmente en la arena mundial, en lo que hace al más potente estaado imperialista. Pero el neoliberalismo limita en forma considerable (e incluso mediante leyes) el recurso por parte de la burguesía a los sistemas usuales de dominación y regulación sociopolíticos fundados sobre importantes mecanismos redistributivos, juzgados contrarios al derecho a la competencia. Estos modos de dominación (compromisos sociales en Europa, Estado-clientelista en África, populismo en América Latina, dirigismo económico en Asia), habían demostrado su eficacia, permitiendo a los regímenes de turno consolidar sus bases sociales o estrangular el radical creciemiento de las luchas populares.
El papel de los Estados continúa siendo grande - y especialmente en la arena mundial, en lo que hace al más potente estaado imperialista. Pero el neoliberalismo limita en forma considerable (e incluso mediante leyes) el recurso por parte de la burguesía a los sistemas usuales de dominación y regulación sociopolíticos fundados sobre importantes mecanismos redistributivos, juzgados contrarios al derecho a la competencia. Estos modos de dominación (compromisos sociales en Europa, Estado-clientelista en África, populismo en América Latina, dirigismo económico en Asia), habían demostrado su eficacia, permitiendo a los regímenes de turno consolidar sus bases sociales o estrangular el radical creciemiento de las luchas populares.
De este modo, el neoliberalismo tiene efectos radicales en todas partes del mundo y en todos los dominios: económico, social, ideológico, estatal, político, cultural. Esto es lo que refleja la potencia y la omnipresencia del proceso en curso de la reorganización capitalista, pero he también aquí un primer talón de Aquiles: por su propia amplitud, crea un vínculo objetivo -una comunidad de destino- más estrecha que nunca entre las resistencias llevadas a cabo en el mundo entero y los combates establecidos en todo el abanico de los terrenos en lucha.
De este modo, el neoliberalismo tiene efectos radicales en todas partes del mundo y en todos los dominios: económico, social, ideológico, estatal, político, cultural. Esto es lo que refleja la potencia y la omnipresencia del proceso en curso de la reorganización capitalista, pero he también aquí un primer talón de Aquiles: por su propia amplitud, crea un vínculo objetivo -una comunidad de destino- más estrecha que nunca entre las resistencias llevadas a cabo en el mundo entero y los combates establecidos en todo el abanico de los terrenos en lucha.


4. Solidaridad. Alejando cada vez más los centros formales de decisión de las instituciones democráticas (incluso en los países occidentales) y limitando considerablemente la implementación de políticas redistributivas, el orden neoliberal expresa de modo creciente la dictadura de clase. Este es el segundo talón de Aquiles, pues en tiempos de crisis, no puede apoyarse ni sobre la legitimidad democrática fundada sobre el mandato electoral ni en una legitimidad social garantizada por la reducción de las desigualdades.
4. Solidaridad. Alejando cada vez más los centros formales de decisión de las instituciones democráticas (incluso en los países occidentales) y limitando considerablemente la implementación de políticas redistributivas, el orden neoliberal expresa de modo creciente la dictadura de clase. Este es el segundo talón de Aquiles, pues en tiempos de crisis, no puede apoyarse ni sobre la legitimidad democrática fundada sobre el mandato electoral ni en una legitimidad social garantizada por la reducción de las desigualdades.
Más todavía que en otros tipos de dominación burguesa, la estabilidad del orden neoliberal depende de la pasividad o la división, fuente de impotencia de los explotados y oprimidos. De ahí la violencia de tal ofensiva ideológica, que afirma que no existe ninguna alternativa, ninguna esperanza de cambio. De ahí, aún, la tamaña brutalidad de una ofensiva social que no tiene sólo como objetivo asegurar la sobrexplotación del trabajo en beneficio de los accionarios, sino que también apunta a prohibir la constitución de nuevas solidaridades y a disolver, con el pretexto de la modernidad, las viejas solidaridades (encarnadas, especialmente, por los sistemas de seguridad y protección social de los países capitalistas avanzados).
Más todavía que en otros tipos de dominación burguesa, la estabilidad del orden neoliberal depende de la pasividad o la división, fuente de impotencia de los explotados y oprimidos. De ahí la violencia de tal ofensiva ideológica, que afirma que no existe ninguna alternativa, ninguna esperanza de cambio. De ahí, aún, la tamaña brutalidad de una ofensiva social que no tiene sólo como objetivo asegurar la sobrexplotación del trabajo en beneficio de los accionarios, sino que también apunta a prohibir la constitución de nuevas solidaridades y a disolver, con el pretexto de la modernidad, las viejas solidaridades (encarnadas, especialmente, por los sistemas de seguridad y protección social de los países capitalistas avanzados).
La mundialización capitalista desgarra de este modo el tejido social y fragiliza las clases populares generalizando la precariedad, destruyendo la conquista de derechos colectivos obtenidos en el pasado, procurando sustituirlos por débiles "redes de seguridad" y ayudas caritativas dirigidas, sectorializadas e individualizadas. Dividir para reinar: el discurso del capital enfrenta el desempleado con el trabajador, el empleado privado con el estatal, el trabajo femenino con el de los hombres, el empleo de los jóvenes o de los inmigrantes con el de los adultos o los connacionales: un mundo reducido a la competencia de todos contra todos.
La mundialización capitalista desgarra de este modo el tejido social y fragiliza las clases populares generalizando la precariedad, destruyendo la conquista de derechos colectivos obtenidos en el pasado, procurando sustituirlos por débiles "redes de seguridad" y ayudas caritativas dirigidas, sectorializadas e individualizadas. Dividir para reinar: el discurso del capital enfrenta el desempleado con el trabajador, el empleado privado con el estatal, el trabajo femenino con el de los hombres, el empleo de los jóvenes o de los inmigrantes con el de los adultos o los connacionales: un mundo reducido a la competencia de todos contra todos.
Esta ofensiva del capital es temeraria, pero la mundialización neoliberal también produce sus anticuerpos y crea efectivamente las condiciones para un nuevo tipo de solidaridad: el orden mercantil busca imponer su ley en todos los sectores de la sociedad, produciendo una convergencia transversal, multisectorial, de los combates sociales y democráticos; las mismas instituciones despliegan las mismas políticas neoliberales en todo el mundo, lo que crea una convergencia internacional de la resistencia. ¿Qué terminará por imponerse: fragmentación o unificación? Es en el terreno de la solidaridad que nuestros combates futuros se ganarán o se perderán.
Esta ofensiva del capital es temeraria, pero la mundialización neoliberal también produce sus anticuerpos y crea efectivamente las condiciones para un nuevo tipo de solidaridad: el orden mercantil busca imponer su ley en todos los sectores de la sociedad, produciendo una convergencia transversal, multisectorial, de los combates sociales y democráticos; las mismas instituciones despliegan las mismas políticas neoliberales en todo el mundo, lo que crea una convergencia internacional de la resistencia. ¿Qué terminará por imponerse: fragmentación o unificación? Es en el terreno de la solidaridad que nuestros combates futuros se ganarán o se perderán.
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Latest revision as of 15:10, 30 November 2015

Las resistencias a la mundialización capitalista Una oportunidad para el nuevo internacionalismo (CEI octubre-noviembre 2000) (...) 3. Mundialización. Desde el punto de vista de la solidaridad internacional, el actual período en primer lugar se caracteriza por el rol protagónico que ocupa la resistencia a las políticas neoliberales, dada su diversidad y su convergencia objetiva. Este lugar, esta diversidad y dicha convergencia se explica en gran medida por la naturaleza misma y la magnitud del proceso de mundialización capitalista, cuyas consecuencias se dejan sentir brutalmente en todos los dominios de la vida social.

Nueva etapa en la reestructuración del capitalismo mundial y en la internacionalización del capital, la mundialización neoliberal se afirma en primer lugar en su dimensión económica: autonomización de la esfera financiera, liberalización radical pero desigual (en detrimento del Sur) de los movimientos de capital y del intercambio comercial, multiplicación de las megafusiones, expansión de la esfera competitiva, desregulaciones, privatizaciones. Pero la misma no opera sólo en el plano comercial, industrial y financiero.

La mundialización capitalista en curso impone profundas transformaciones sociales. En el seno de las clases dominadas, en primer lugar, que se ven sometidas a un violento proceso de precariedad y fragmentación. Pero también en el seno de las clases dominantes, con el debilitamiento y la marginación de los distintos componentes de la burguesía tradicional y sus elites. La mundialización renueva las formas de dominación Norte-Sur y provoca una reorganización general del espacio planetario con la consolidación (desigual) de zonas periféricas en los tres polos de la tríada imperialista, y el posible abandono de vastos territorios en vía de desintegración. Modifica los mecanismos dominantes de decisión política y suscita un reequilibro general de los centros de poder - económicos, políticos o militares; nacionales, regionales o internacionales. También asigna nuevos roles a las instituciones mundiales surgidas en la posguerra. A fin de cuentas, para realizarse, la mundialización capitalista exige la emergencia y estabilidad de un nuevo tipo de dominación burguesa, ya sea en el plano internacional como en gran cantidad de países. En efecto, en nombre del librecambio el orden neoliberal quiere abrir a la dictadura del mercado y a las multinacionales, todos los sectores de la vida social que hasta ahora se le escapaban parcialmente. Siempre en nombre del derecho a la competencia, reduce en forma drástica el campo de acción y el margen de maniobra de los Estados, imponiéndoles estrictas obligaciones, al tiempo que otorga una libertad de acción y de decisión sin precedentes a las grandes empresas transnacionales, a los oligopolios financieros e industriales.

El papel de los Estados continúa siendo grande - y especialmente en la arena mundial, en lo que hace al más potente estaado imperialista. Pero el neoliberalismo limita en forma considerable (e incluso mediante leyes) el recurso por parte de la burguesía a los sistemas usuales de dominación y regulación sociopolíticos fundados sobre importantes mecanismos redistributivos, juzgados contrarios al derecho a la competencia. Estos modos de dominación (compromisos sociales en Europa, Estado-clientelista en África, populismo en América Latina, dirigismo económico en Asia), habían demostrado su eficacia, permitiendo a los regímenes de turno consolidar sus bases sociales o estrangular el radical creciemiento de las luchas populares.

De este modo, el neoliberalismo tiene efectos radicales en todas partes del mundo y en todos los dominios: económico, social, ideológico, estatal, político, cultural. Esto es lo que refleja la potencia y la omnipresencia del proceso en curso de la reorganización capitalista, pero he también aquí un primer talón de Aquiles: por su propia amplitud, crea un vínculo objetivo -una comunidad de destino- más estrecha que nunca entre las resistencias llevadas a cabo en el mundo entero y los combates establecidos en todo el abanico de los terrenos en lucha.

4. Solidaridad. Alejando cada vez más los centros formales de decisión de las instituciones democráticas (incluso en los países occidentales) y limitando considerablemente la implementación de políticas redistributivas, el orden neoliberal expresa de modo creciente la dictadura de clase. Este es el segundo talón de Aquiles, pues en tiempos de crisis, no puede apoyarse ni sobre la legitimidad democrática fundada sobre el mandato electoral ni en una legitimidad social garantizada por la reducción de las desigualdades. Más todavía que en otros tipos de dominación burguesa, la estabilidad del orden neoliberal depende de la pasividad o la división, fuente de impotencia de los explotados y oprimidos. De ahí la violencia de tal ofensiva ideológica, que afirma que no existe ninguna alternativa, ninguna esperanza de cambio. De ahí, aún, la tamaña brutalidad de una ofensiva social que no tiene sólo como objetivo asegurar la sobrexplotación del trabajo en beneficio de los accionarios, sino que también apunta a prohibir la constitución de nuevas solidaridades y a disolver, con el pretexto de la modernidad, las viejas solidaridades (encarnadas, especialmente, por los sistemas de seguridad y protección social de los países capitalistas avanzados).

La mundialización capitalista desgarra de este modo el tejido social y fragiliza las clases populares generalizando la precariedad, destruyendo la conquista de derechos colectivos obtenidos en el pasado, procurando sustituirlos por débiles "redes de seguridad" y ayudas caritativas dirigidas, sectorializadas e individualizadas. Dividir para reinar: el discurso del capital enfrenta el desempleado con el trabajador, el empleado privado con el estatal, el trabajo femenino con el de los hombres, el empleo de los jóvenes o de los inmigrantes con el de los adultos o los connacionales: un mundo reducido a la competencia de todos contra todos.

Esta ofensiva del capital es temeraria, pero la mundialización neoliberal también produce sus anticuerpos y crea efectivamente las condiciones para un nuevo tipo de solidaridad: el orden mercantil busca imponer su ley en todos los sectores de la sociedad, produciendo una convergencia transversal, multisectorial, de los combates sociales y democráticos; las mismas instituciones despliegan las mismas políticas neoliberales en todo el mundo, lo que crea una convergencia internacional de la resistencia. ¿Qué terminará por imponerse: fragmentación o unificación? Es en el terreno de la solidaridad que nuestros combates futuros se ganarán o se perderán. (...)