Reconstruyendo una Internacional
Reconstruyendo una Internacional
Desde agosto de 1914, ya había sido necesario, para resistir, la sumisión de los líderes de la Internacional Socialista a los gobiernos imperialistas. Entonces, menos de 20 años después, en medio de la guerra, cuando se dieron los levantamientos revolucionarios y el triunfo del fascismo, fue necesario reconstruir la organización internacional de revolucionarios militantes.
Lejos de limitarse a sí mismo a la red Bolchevique-Leninista, Trotsky y sus camaradas trataron primero, sin éxito, de reunirse con los “centristas” del departamento Londinense que había resistido el embate del Estalinismo y que había hablado a favor de la creación de una Cuarta Internacional. El propósito era reconstruir una internacional masiva. Era esencial para continuar el camino abierto por la Internacional Comunista en 1919 y para organizar firmemente de cara a la inminente guerra y a los levantamientos revolucionarios por venir. La Cuarta Internacional fue finalmente creada en 1938 con la esperanza de que un pequeño número de activistas reunidos pudieran crecen como venían haciéndolo, entre 1915 y 1919, alrededor de los internacionalistas.
Un proyecto con relevancia actual
La Cuarta Internacional no se transformó a sí misma en una organización revolucionaria de masas después de la guerra, pero la necesidad de construirla es una pujante aún hoy. El mundo ha sido sacudido en 80 años: la extensión y después el colapso del bloque Estalinista, Rusia ha regresado al sistema capitalista internacional, revoluciones en China y Cuba, guerras de independencia en colonias imperiales que condujeron a sus caídas. Todos estos sucesos, habían puesto en movimiento a decenas de millones de hombres y mujeres que buscaban el camino hacia una sociedad democrática libre de explotación capitalista y opresión, que satisficiera sus necesidades sociales. Los cientos de miles de mujeres y hombres que han sido sacados de sus hogares por guerras, el cambio climático, el calentamiento global, el surgimiento de nuevos grupos reaccionarios en varias partes del mundo vienen de la mano con el daño constante de las políticas capitalistas de austeridad.
Las tareas trazadas por los revolucionarios de 1938 están aún en la agenda, y depende de los activistas de hoy responder a ellos en los conflictos y movimientos sociales construyendo, así, de frente a los estrechos excesos chauvinistas, una fuerza política revolucionaria anticapitalista e internacional, que lidere la batalla feminista, ecológica, antirracista, antidiscriminación y que extienda la ambición del Manifiesto Comunista que inspiró la Primera Internacional.
– León Crémieux