Desafíos de la nueva situación mundial (extractos)

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Resolución del XIV Congreso de la Cuarta Internacional, 1995

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[Tenemos que] emprender un trabajo necesario de redefinición programática. Gracias, a nuestras tradiciones y nuestra herencia, el mundo tal como va nos sigue siendo comprensible en sus grandes líneas, y nada sería más estéril que hacer tabla rasa del pasado para extasiarse con novedades sin contenido. Por el contrario, un movimiento internacional que no ayudara a pensar esta gran transformación y a responder a los problemas efectivamente nuevos sería rápidamente considerado como inútil. Esos problemas son reales y de gran talla: consecuencias de la mundialización, reorganización de la división internacional del trabajo, modificación de las relaciones de dominación imperialista, crisis de los Estados-Naciones, formación de conjuntos económicos y políticos regionales, desarrollo de instituciones internacionales y definición de nuevas relaciones jurídicas. Guardando toda proporción en el nivel de las comparaciones, el laboratorio que se abre es de una amplitud comparable al del inicio de siglo, cuando se forjó la cultura teórica y política del movimiento obrero: análisis del imperialismo, debate sobre la cuestión nacional, debate estratégico sobre reforma y revolución, batallas sobre las formas de organización política, social, parlamentaria.

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3. (...) Las fuerzas organizadas (movimientos sociales, partidos, sindicatos), surgidas del ciclo de luchas precedente, están mermadas socialmente. Ellas han sufrido derrotas significativas en los países ricos (mineros británicos, escala móvil en Italia, siderurgia en Francia) y en los países pobres (mineros bolivianos, contrarreforma agraria en México), sin que hayan aparecido aún los polos organizadores del próximo ciclo de luchas: Desde este punto de vista, el PT brasileño es más la herencia del periodo de crecimiento anterior (el del milagro industrial) que çl modelo general de lo que viene(incluso si el problema de un partido de clase independiente puede guardar en numerosos países todo el valor propagandista y, en algunos casos, de agitación). La ruptura de los “compromisos nacionales” forjados en el periodo de crecimiento y el debilitamiento de los movimientos de clase es propicio para la expresión de pánicos de identidad y para la búsqueda de otras relaciones comunitarias (nacionales, étnicas, religiosas). Las fuerzas sociales y las formas de organización forjadas durante los ciclos de movilización pasados se agotan sin que emerjan aún diferenciadamente nuevas generaciones de militantes. El papel de la juventud (por razones tradicionales) y de las mujeres (por razones más específicas —ver el documento "Women and economic integration"— serán determinantes para desencadenar un nuevo ciclo de movilizaciones.

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11. Las reivindicaciones transitorias constituyen un puente entre las reivindicaciones inmediatas que responden a las necesidades urgentes y la conquista del poder. Pero esos puentes y nexos son ahora muy precarios. ¿Dónde se encuentra el poder? Aún concentrado en los aparatos de Estado realmente existentes, pero también en las instituciones regionales e internacionales.

Esto representa~ un problema para las clases dominantes. La idea de un espacio político, económico, territorial homogéneo ha caducado, pero nada prueba que tal espacio se reconstruirá en un escalón superior (regional). Las divisiones entre la burguesía ilustran bien las contradicciones entre un capital directamente mundializado, un capital todavía protegido por sus instituciones nacionales y un capital que busca una reorganización intermedia (Unión Europea) con todas las imbricaciones posibles de imaginar entre esos tres niveles.

Pero es un problema estratégico mayor para el movimiento obrero cuyas políticas fueron modeladas desde hace decenios en el marco del Estado nacional, con sus versiones revolucionarias (nacionalizaciones, banca única, monopolio sobre el comercio exterior, dualidad de poder) o reformistas (de mocratización y políticas keynesianas).

Hoy, la diso iación de los poderes políticos y económicos, la dispersión de los centros de decisión y de los atributos de soberanía (en el nivel local, nacional, regional, mundial) hacen que los lazos lanzados a partir de las reivindicaciones inmediatas partan en diferentes direcciones. Es sorprendente constatar que el programa del PT brasileño era bastante más moderado que el programa reformista radical de la Unidad Popular chilena en 1970, o que un programa radical en algunos países europeos (reducción del tiempo de trabajo, derechos de los inmigrantes, suspensión de la deuda y desmilitarización) frecuentemente se ubica muy por abajo de los textos de los programas reformistas de los años setenta (nacionalización, elementos de control y de autogestión). Frente a la impotencia de un reformismo sin reformas, las fuerzas mayoritarias del movimiento obrero oscilan entre la adaptación a la lógica liberal socialdemocracia modernista) y el repliegue nacionalista (algunos partidos comunistas o ex-comunistas).

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12. (...) el cambio en curso no es coyuntural y que se trata de una mutación histórica del modo de acumulación capitalista, sobre el que es muy prematuro extraer todas las consecuencias estratégicas. Pero no es muy temprano para considerar la dimensión del problema. Tanto más si consideramos que la “crisis de dirección revolucionaria” que ha resultado en una crisis del movimiento obrero, toma toda su dimensión en esta perspectiva histórica.

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En los países dependientes, donde las corrientes antimperialistas progresistas podían superar las alianzas conflictivas con los sectores nacionalistas de una (pequeña) burguesía en formación, los cambios en las relaciones de fuerzas internacionales entrañan un realineamiento realista en cascada (acomodamientos y compromisos con el Banco Mundial y el F?vfl). La época en la que la OPEP parecía poder hacer escuela y donde la división internacional del trabajo heredada del colonialismo permitía un margen de maniobra y regateos parece superada. Un tiempo escondido por el alza de las tarifas petroleras, el desfondamiento de ese dispositivo comenzó desde final de los años setenta con la caída de los precios de las materias primas, socavando la base social y la confianza en sí mismo de ese antimperialismo. Los cambios de las relaciones políticas mundiales que siguieron a la caída del Muro de Berlín, al desmembramiento de la URSS y a la guerra del Golfo dieron el tiro de gracia. De ahí la crisis patente, no coyuntural, de las formas de antimperialismo radical de la fase precedente (confusión en Panamá, en Haití), y la fuerte tentación a una adaptación destructiva a una línea de repliegue bajo el argumento de un realismo ilusorio (El Salvador, Nicaragua, Africa del Sur).

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13. (...) La revolución es necesaria. Nosotros luchamos por hacerla posible y victoriosa. Pero ella no es segura y sobre todo, nosotros estamos limitados —a la manera de los militares siempre en retardo en una guerra, porque ellos están obligados a razonar sobre la base de las guerras precedentes— a imaginar un proyecto revolucionario bajo las formas de las revoluciones pasadas, mientras que el renacimiento de un movimiento social aportará probablemente respuestas inéditas.

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14. (...) Una propuesta transitoria debe de ahora en adelante articular directamente las reivindicaciones de defensa de las conquistas en el marco nacional y de las proposiciones de transformación al menos continentales, en ausencia de la cual la iniciativa en la materia sería dejada a la burguesía. Un problema análogo se plantea para los países dependientes atrapados en la nueva división internacional del trabajo y cuyo espacio táctico se ha reducido considerablemente. Hemos ya subrayado que el programa del PT brasileño (el programa adoptado, incluso por nosotros, y no la campaña de Lula) era mucho más moderado que el programa de la Unidad Popular Chile na. Y se trata de Brasil. ¿Qué decir de los países que no tienen este nivel de industrialización y esta capacidad productiva? ¿Bajo qué condiciones la desconexión del mercado mundial puede constituir todavía una vía para comenzar un desarrollo? ¿Cuáles son los efectos de lo que algunos economistas llaman la desconexión forzada para evocar la marginación de países o de regiones al margen del mercado mundial?